Roma: El helado asesino

Roma me recibió con su encanto y un helado gigante que decidí disfrutar frente al Panteón. En mi entusiasmo, no vi un bordillo y tropecé, enviando el helado directo a mi cara. La escena fue tan épica que un grupo de turistas comenzó a aplaudir. Lo mejor fue cuando un vendedor de helados, entre risas, me regaló otro diciendo: “Para el próximo, ten cuidado”. Creo que hasta hoy soy conocida como “la chica del helado volador”.